Lo más sensato,
ahora,
en estos tiempos
que no corren,
apenas si se arrastran,
sería una locura furibunda;
sin mentiras,
sin excusas,
sin coartadas.
Pero todo es muy cuerdo,
muy reloj y agujas,
muy zapato
y sábana doblada;
y desde ahí la nada,
con plástico oportuno,
nos envuelve,
anestesia
y amortaja.
Ya no escribo tu nombre
pero vuelve,
aunque ahora
es un mero artefacto,
un código vacío,
sin color
o sustancia;
pero vuelve,
constante, indefectible.
Ya no pinto tus ojos
ni escribo las palabras
que decía sin pausa;
y el mar,
tan estancado,
se atrinchera
sin ansia,
sin brillo,
sin espuma.
Por eso te repito:
lomás sensato,
ahora,
sería la locura;
la forma más exacta
de estar cuerdo.
La manera más justa de exorcismo.
La penúltima intentona
de olvidarte.