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jueves, 25 de agosto de 2011

ALICIA



Andabas por ahí,
escondida, enmascarada
en una arroba y un perfil.
Enseguida supe que sabía
aunque sin darme cuenta
lo que era.
Te pedí quitarte la careta
y ahí estaban tus ojos, tu sonrisa.
Había un conejo y una maravilla.
Entonces me puse mi sombrero
y aposté mis cartas
en la mesa vacía.
La reina me miró;
desprecié su gesto y sus corazones
y corrí y corrí detrás de Alicia.
Hace siglos que busco sus botellas
y deseo su pastel.
No me importa su edad ni su tamaño.
Una tarde la encontré
donde el mar se besa con el cielo;
me di cuenta que la conocía.
Otro día, con su humo milagroso
supe que la suerte estaba echada.
Dije: alea jacta est.
Parece que suena a jalea pronta
pero no.
Encontré a Alicia
a través de su perfume.
Esa noche me quedé naranja dulce
y borracho de deseo y sobresalto.
Sueño contigo, Alicia;
con tu azúcar y tu miel.
Y asimismo, espero que mi piel
sea para vos la primavera.
Me quitaré el sombrero,
me inclinaré a tus pies.
Y si los dioses y el Cosmos
lo desean,
me encontraré contigo
en la esquina de un viernes y una noche.
Me quedaré con vos en donde sea
y haremos uno solo entre los dos.
Cinco siglos buscando
tu sonrisa,
cuando la mía se había marchitado.
Pero el universo conspiraba una vez más
y en mi sombrero
se posó una mariposa.

martes, 23 de agosto de 2011

Día de Reyes


Anoche no dejé mis zapatos en ningún arbolito; hace años que no creo en los reyes y rato que no creo en casi nada. De esta manera pragmática logro, eficazmente, evitar desilusiones; éstas son, para un ser sensible, fuente de disgustos profundos. Melchor, Gaspar y Baltasar no han pasado cerca de este barrio y eso es, a no dudarlo, un hecho afortunado.
Si hubiera recibido algún obsequio me habría visto enfrentado a la opción de fingir contento o disimular desinterés. Cualquiera de estas dos actitudes me habría demandado un esfuerzo mayúsculo para el cual, hoy por hoy, no estoy preparado.
Recuerdo, sin embargo, aquella bicicleta que recibí cuando tenía tres años; era amarilla y brillaba como un sol con ruedas en la mañana del jardín florido. Por ahí todavía guardo una foto empobrecida en blanco y negro aunque mi sonrisa está en colores. Sonrisas así ya no tengo. Los años la han ido maltratando.
A medida que uno va creciendo las sonrisas y los reyes magos van siendo esquivos; quizá sea esto debido a una cuestión grabada en nuestro mapa genético o en nuestro inconciente colectivo, si es que debemos comulgar con Jung, cosa que se me hace harto difícil por pudores varios.
El hecho es que los Reyes no han pasado por aquí y lejos de decepcionarme lo agradezco; me he evitado preparar mis zapatos, el pasto respectivo para sus transportes, el agua, la espera inquieta, el despertar temprano, la ceremonia replicante, la fingida sorpresa y todas esas pequeñas y fútiles actitudes que sólo conducen a un regalo efímero, que bien podría darse cualquier día sin otra causa que el cariño sincero, que el afecto medido, que el deseo de hacer sentir al otro que existe y es querido más allá del almanaque, el comercio y el mercado.

Pequeña Maravilla

Está ahí, posada en la ventana;
a veces llega hasta mi mesa.
Se queda, se va, revolotea.
Es esquiva, difusa, inquebrantable;
y es más cierta que el mueble, la maceta,
una pirámide, New York o 18,
a las siete en punto de la tarde.

Sus alas acarician el tiempo vacío,
la espera, la certeza,
lo bien aprendido
y lo aprehendido.
Es liviana y pura;
como la sonrisa cierta de los niños.
Vuela cuando quiere y no cuando no.

Se queda en lo tibio y viaja hacia la luz.
Dicen que es efímera pero,
¿qué saben ellos?
Digo que está ahí pero no es cierto;
vino volando y volando se fue.
Pero siempre estará aquí porque la vi,
muy cerca, donde ahora está mi mano.

Y si mi mano es cierta
ella lo es.
La siento en su vacío y la comprendo.
No hay alfiler que valga, ni foto, ni catálogo;
inatrapable vacío, su color y su semblante.
Estuvo aquí y ya basta.
Para qué algo más y nada menos.

Aleteó, tembló, fue color y brillo
y entusiasmo.
Si yo fuera mariposa
haría lo mismo;
sin ecuaciones ni lógica ni horarios.
Sólo mariposa vital y equidistante
entre el suelo y la nada.

Pequeño juego de la zoología
sin piezas ni tablero,
reglas y disputas.
Ella estuvo aquí.
Yo estuve con ella.
Después,
más nada.


CUENTOS DIMINUTOS


Historia de los tres peces

En un pequeño lago, de un bosque muy bonito, vivían tres peces: Cado, Cuezo y Punte.
Cado, el menor y algo ingenuo, un día se acercó al borde del estanque y mordió un anzuelo.
Al ver esto, Cuezo decidió no correr la misma suerte y nunca, jamás, volvió a nadar cerca de la orilla; pasó su vida entre los huecos de las rocas del centro del lago.
Punte creyó que lo mejor sería disfrutar la libertad de andar sin temores, aunque decidió cuidarse de los pescadores.
Cuentan que Cado fue liberado inmediatamente, por ser pequeñito, pero sus amigos no volvieron a verlo.
Con el paso del tiempo, el estanque se fue poblando por otros peces y otros pescadores frecuentaron el lugar.
Cuezo y Punte contaron la historia de Cado a cada nuevo pez y cada uno eligió llevar la vida que mejor le venía en gana.
De los pescadores no sabemos mucho y, acaso, esa historia es otra historia; de pescadores.

lunes, 15 de agosto de 2011

Instrucciones para observar una puesta de sol


Acérquese todo lo posible al horizonte; siéntese sobre un manto de arena y deje su mente en blanco. Respire profundo y piense en su persona amada.
Todo lo demás es superfluo.

INCOMUNICACION NúMERO 1


-Señora, discúlpeme, ¿en esta parada para el 505?
-Los duraznos están a 35 el kilo; puede elegirlos usted mismo si quiere.
-Porque necesito llegar hasta la rambla de Pocitos o cerca.
-Son Rey del Monte; si lleva 2 kilos se los dejo a 30.
-Me vendría bien bajarme en la plaza Gabriela Mistral.
-Por eso le digo, están bien maduros y son dulces y jugosos.
-¿Pero pasa por acá o no?
-Son frescos; los traje hoy del mercado; ya mañana es otra cosa.
-Realmente estoy apurado; quisiera saber con certeza si para acá.
-Le digo que mejor que estos no va a encontrar.
-Bueno, voy a esperar.
-Si espera usted se lo pierde.
-Si lo pierdo llego tarde.
-Más vale tarde que nunca.
-Nunca es tarde cuando la dicha es buena.
-La oferta es buena.
-Déme dos kilos.
-Allá viene.
-Buenas tardes.
-Que tenga un buen día.