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Señoras y señores
¡bienvenidos al circo!
La carpa está tendida,
las luces encendidas;
vayan pasando,
ocupen sus lugares;
en pocos instantes
comienza la función.
Señoras y señores
¡bienvenidos al circo!
La orquesta ya está lista,
escuchen sus acordes;
disfruten su tonada
y vayan ocupando,
con la mayor premura,
alguna ubicación.
Señoras y señores,
permítanme decirles
que en esta velada
todo será posible;
lo que ustedes imaginen
y lo que no también,
en este circo eterno
sin principio ni fin.
Ya todo está dispuesto,
se levanta el telón
y quedan con ustedes
magníficos artistas;
pero tengan bien claro
que todo es ilusión,
lo que verán no es
y lo que falta está.
En este espectáculo supremo
observarán proezas rimbombantes.
Malabares de palabras sin sentido,
un hombre devorando a dos leones,
mujeres de tres senos sin espalda,
ciclistas prodigiosos con muletas,
elefantes copulando con libélulas
y Mister Pólvora escupirá un cañón.
Luego haremos una breve pausa
y podrán ir al baño amablemente,
hartar sus estómagos con mierda,
fotografiarse con el hombre invisible,
palpar los testículos del mono
y, cuando las trompetas exhalen sus acordes,
volver a sus asientos, diligentes,
para el segundo acto de este show.
Señoras y señores
¡bienvenidos al circo!
Sin más preámbulos les digo
¡silencio! que empieza la función.
Sólo una cosa resta y es así que les pido:
ubíquense y recojan lo que está en los asientos,
que eso es para ustedes;
calza a la perfección.
Tras este requisito indispensable
les saludo y les dejo.
¡Bienvenidos al circo de la “Vida Idiota”!
Coloquen sobre el rostro sus narices rojas
y griten y aplaudan y, si pueden, sonrían.
La función es eterna aunque poco se queden
clavados con su culo a esas butacas.
Ahora me despido; ya sabrán quien soy.
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