(Nocturno de insomnio)
Intentaré dormir.
Cerraré los ojos,
dejaré mi mente en blanco.
A lo sumo
buscaré
alguna oveja saltarina.
Una, dos, tres;
cuatro, cinco, seis...
ciento quince, dieciseis...
no es sencillo.
Las ovejas
se convierten en conejos.
Y los conejos
no me dejan dormir.
Quizá ya me dormí
en ciento diecisiete
y sueño con conejos
blancos.
Blanco sobre verde
bajo el cielo azul.
Pero un conejo
es negro y corre;
se aleja,
me distrae.
Lo sigo a su paso.
Soy un conejo
que corre sobre el campo.
Sigo igual.
En seguida
me topo con ovejas;
son cientos
y me da un sueño fatal.
Soy un conejo
que sueña con un hombre.
Ese hombre cuenta
ovejas que observan,
con sorpresa,
un conejo negro
que se escapa al horizonte.
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